A lo largo de siete décadas la cédula colombiana ha tenido cuatro presentaciones, la última de ellas totalmente digital.
El pasado 24 de noviembre se cumplieron 70 años, luego de que la Registraduría expidiera la primera cédula para esa misma fecha en el año 1952, la cual fue entregada al presidente de ese entonces Laureano Gómez. Desde ese momento el documento de identidad ha estado evolucionando con el paso del tiempo.
Historía de la cédula colombiana
La primera generación de este documento en Colombia se conoció como la cédula blanca laminada y se elaboró por medio de impresiones dactilares y fotografías. Esta cédula tenía una dimensión de 9.1 x 5.7 centímetros, contenía los apellidos y nombres del ciudadano, su lugar y fecha de nacimiento, estatura, color y señales particulares. Este formato duró hasta 1993.
La segunda generación, fue la café plastificada cuyo tamaño era de 8.5 x 5.5 centímetros y tenía una composición de tres láminas sintéticas, esta también contaba con datos biográficos y su respectivo número de identificación, la cual estuvo vigente hasta el año 2010.
Por último, el tercer formato, corresponde al que conocemos hoy en día, la amarilla con hologramas a la cual se le añadió un código de barras que recopila la información biométrica del titular y la foto ya es a color.
Esta cédula es expedida con base en un sistema de identificación en tecnología AFIS (Automated Fingerprint Identification System), que permite la verificación automática de la identidad de las personas, a través de la comparación de las huellas dactilares de los ciudadanos y su almacenamiento.
Al paso de los años la tecnología también ha hecho parte de esta evolución, actualmente la Registraduría avanza en el proceso de masificación, para que todos los colombianos pasen a la digital, un documento con tecnología avanzada que apunta a los más altos estándares de seguridad, el cual permite acceder a los servicios digitales del estado.
Esta última generación del documento ofrece múltiples beneficios, entre ellos, la imposibilidad de falsificación o adulteración, la identificación y autenticación biométrica, la imposibilidad de suplantación o usurpación de identidad, la protección de datos personales y el ingreso sin pasaporte a todos los países miembros de la Comunidad Andina.
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