La Parroquia de San José de Jordán se creó el 7 de diciembre de 1865 después de 40 años de trámites. El municipio de Jordán no tiene una fecha exacta de fundación, pero se sabe que había un caserío en 1822 ubicado a orillas del río Sube, ahora río Chicamocha, que era muy importante para los viajeros y arrieros. Ya existía una iglesia y una pequeña casa para el futuro párroco en ese momento. Diego Enrique Meléndez Martínez se convirtió en el párroco de Jordán en 1869 y permaneció en el cargo por 50 años hasta su muerte.
Durante su estadía en Jordán, Meléndez dirigió numerosas remodelaciones al templo principal y otros sitios religiosos como la capilla del hospital y el cementerio. En su tiempo libre escribía notas sobre sí mismo y los acontecimientos del pueblo en fragmentos de la revista en español, latín y griego. Después de su muerte, los escritos del padre Meléndez se convirtieron en invaluables tesoros históricos y de traducción, estudiados por sacerdotes e investigadores durante décadas.Lee también: La historia de Jordán, el pueblo santandereano que se quedó detenido en el tiempo
A lo largo de los años, Sube tarabita ha sido utilizada por más viajeros y personas con artritis que han encontrado en Jordán, un lugar ideal para descansar y curar estos dolores con agua azufradas. Así, Jordán y su diócesis fueron creciendo poco a poco porque, como afirma el padre Luis Eduardo Velandia, “debe haber actividad para que una parroquia funcione y se mantenga”.Muerte lenta de Jordán
El 12 de marzo de 1912 muere en la casa cural de Jordán Diego Enrique Meléndez Martínez. En sus escritos menciona que padecía de una enfermedad que lo mantuvo en cama y no le permitió celebrar misas. Fue enterrado a la entrada de la iglesia principal y en su placa dice: Diego Enrique Meléndez, presbítero. Amado de Dios y de los hombres, cuya memoria se conserva en bendición entre su pueblo”. Tras la muerte de Meléndez, en Jordán no vivió un párroco hasta un siglo después en el año 2010. La parroquia comenzó a ser administrada a distancia por el párroco de Aratoca y cada mes se celebraba una eucaristía en las veredas o centros más poblados. Los viajeros y caminantes que algún día llegaron al pueblo atraídos por la fortaleza comercial, tomaron nuevos rumbos a municipios cercanos como Los Santos, Aratoca o San Gil. La actividad de la parroquia fue disminuyendo, los lugares religiosos se deterioraron y se convirtieron en prueba de la muerte lenta en la que cayó Jordán.Te puede interesar: El Nahual: todo lo que debes saber sobre este proyecto de permacultura
'El Cubo' y su historia sobre el Jordán
En esta ocasión 'El Cubo', la serie interactiva que ahora podremos ver en RTVCPlay, explora el formato documental para contar la historia de cinco personajes reales que habitan en Jordán Sube, enclavado en el Cañón del Chicamocha, habla sobre Juan de Jesús Estévez, es sacerdote y como tal lo mueve la ‘fe’, a sus 35 años es el párroco del municipio y a veces siente que para hacer lo importante tiene que mover montañas. Se ha propuesto dos misiones muy difíciles, por la que pueden llegar a tacharlo de ingenuo o loco.
“Yo no digo que ellos estén atrapados, pero sí inmersos en este universo que se mueve tan lento por cuenta de su historia. Jordán Sube es como un país chiquito, olvidado, sujeto a los episodios históricos de violencia que no les han permitido seguir adelante, con problemas de corrupción y en el que la gente toma la decisión de irse y buscar un mejor futuro en otras partes. Nos parece que es un espejo de Colombia en el que vale la pena mirarnos y ojalá reconocernos”, dice en un comunicado de Caminos de Jordán, tercera temporada de 'El Cubo'.
Juan Baquero explica también que contar la historia de Jordán es rendirle tributo al pueblo, pero también a toda esa Colombia olvidada. “Escogimos Jordán porque hacer El Cubo exige unas condiciones muy específicas, estábamos buscando una historia en la que estuvieran por lo menos cinco personajes cuyas vidas se cruzaran naturalmente a lo largo del tiempo y aquí ocurre eso, en la fiesta de la virgen patronal”.
Es la hora, que el cementerio y la capilla del hospital siguen abandonadas por la falta de presupuesto para su mantenimiento. El cementerio al estar ubicado en medio de la loma, lo que dificulta su acceso y por lo tanto, quedó relegado para cuando el pueblo, resurja, como el ave Fénix y hayan personas que vivan, mueran y quieran ser enterradas en Jordán. El hospital está siendo renovado, pero su capilla está en malas condiciones, con problemas en el techo y polvo en las bancas. Debido a que ya no hay tantos residentes en Jordán como en los años dorados, la asistencia a las misas en la capilla y la iglesia principal es muy baja, con menos de cinco feligreses diarios. Durante décadas, la iglesia logró superar las dificultades políticas y demográficas del pueblo y sobrevivió a su decadencia. Fue reconstruida varias veces y se mantuvo fuerte a pesar del abandono. Incluso, según un antiguo párroco, la iglesia logró atraer a algunos "cristianos matones" que habían causado daño al pueblo.La historia de Diego, el campesino que sueña con ser un gran músico