Dabaso Galgalo ya está acostumbrado al olor y al triste espectáculo de la carne putrefacta de animales que mueren sofocados por los desastres climáticos que azotan a Kenia. Este pastor de 56 años vive rodeado de matorrales secos y de cadáveres de ovejas y cabras, mientras intenta desesperadamente mantener con vida a sus queridos animales para poder subsistir. Lo que quedaba de su rebaño tras meses de sequía fue diezmado por unas inundaciones no vistas en décadas que golpearon el noreste de Kenia, una zona lastrada por una serie de desastres climáticos. "Recientemente tuvimos fuertes lluvias y vendavales que mataron al ganado que estaba reunido en un punto de agua", dijo a la AFP fuera de un asentamiento conocido como "Kambi ya Nyoka" (campamento de serpientes) en Marsabit.
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Esta zona semiárida ha sufrido una prolongada sequía. Cuando llegaron las lluvias, un diluvio golpeó las comunidades que dependen exclusivamente del ganado para su subsistencia. "Fue una gran pérdida porque perdimos muchos recursos después de esta tragedia", contó Galgalo. "Si una persona tenía 500 cabras antes, ahora sólo tiene 20", indicó. Los pastores nómadas de las zonas áridas del este de África han aprendido a convivir con los cambios de clima a lo largo de décadas, lo que determina su incesante búsqueda de agua y de pastizales en una tierra inhóspita. Pero su resiliencia está puesta a prueba por el cambio climático.Lucha por los recursos
El último trimestre de 2021 fue la tercera temporada consecutiva de sequía, que se produjo después de una devastadora plaga de langostas, con lo que los animales quedaron exhaustos, incapaces de producir leche y demasiado delgados para ser vendidos. Ahora hay crecientes temores de que la situación empeore y que las tensiones entre las comunidades se agudicen por la competencia para acceder a los menguantes recursos. La localidad de Marsabit es especialmente vulnerable por el continuo conflicto en las comunidades de pastores Borana y Gabra.Perú declara «emergencia ambiental» en la zona costera afectada por un derrame petrolero
El presidente Uhuru Kenyatta declaró emergencia climática por la sequía en septiembre pasado, y se estima de 2,1 millones de personas, lo que representa un 4% de la población, está pasando hambre. El gobierno indicó la semana pasada que 23 de los 47 condados enfrentan "estrés alimenticio e hídrico" y la agencia meteorológica advirtió de un potencial aumento de los conflictos entre personas y entre la población y la fauna. Las autoridades invirtieron 450 millones de chelines (entre 3,9 millones y 3,4 millones de euros) para comprar 11.250 cabezas de ganado y 3.200 cabras a los pastores más afectados del país. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llamó el lunes a realizar esfuerzos más agresivos y advirtió sobre su preocupación por la "situación en el terreno".África muy afectada
El este de África sufrió en 2017 una devastadora sequía que también arrastró a Somalía al borde de la hambruna. En 2011 dos temporadas sucesivas de falta de lluvias en un lapso de 12 meses provocaron el año más seco desde 1951 en las zonas áridas de Kenia, Somalía, Etiopía, Yibuti y Uganda. En un momento en que tanto Somalía como Etiopía sufren conflictos armados, las agencias de ayuda tienen dificultades en dimensionar la amplitud de la crisis actual.Muere Desmond Tutu, símbolo de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica
Los expertos afirman que los fenómenos climáticos extremos se suceden con mayor frecuencia e intensidad debido al cambio climático y que África se lleva la peor parte. Galgalo lucha por salvar lo que queda de sus animales y proteger su única fuente de ingresos. Pero está perdiendo la esperanza. "Están sufriendo neumonía y siguen muriendo", se lamentó. AFP