Tras el fin del cese al fuego con el Gobierno la "incertidumbre es total", dicen los habitantes del Bajo Cauca.
"AGC": tres letras en los muros avisan que el Clan del Golfo domina el territorio. La banda narcotraficante más poderosa de Colombia siembra terror en una carretera del noroeste del país y desafía al Gobierno del presidente Gustavo Petro durante el paro minero.
También conocidos como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), los narcos se imponen a balazos, prohíben la circulación en una vía estratégica y van dejando una estela de grafitis a su paso.
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Un paisaje de sabanas arboladas y prósperas explotaciones ganaderas bordea la troncal de Occidente, una autopista que conecta la costa caribeña con Medellín, la segunda ciudad del país. Usualmente congestionada por camiones pesados, es un cordón umbilical que garantiza el abastecimiento desde el norte de Colombia.
Cerca del municipio de Tarazá, una docena de presuntos miembros del clan prendieron fuego a dos autobuses y cuatro camiones el domingo. Las carcasas calcinadas aún yacen al borde de la carretera.
Desde entonces, solo convoyes de vehículos protegidos por las fuerzas de seguridad circulan en fila por la extensa franja de asfalto: primero un enjambre de motocicletas, luego una interminable fila de automóviles, entre ellos una ambulancia y un coche fúnebre y por último autobuses y camiones que arrojan un espeso humo negro.
Un vehículo blindado de la policía, varios camperos Humvee del ejército y motociclistas con pistolas en mano encabezan y cierran la ensordecedora caravana.
"Históricamente el Bajo Cauca ha estado en una situación difícil, con la presencia de grupos armados que explotan ilegalmente los cultivos de coca y la minería de oro", explicó el general Eduardo Arias a la AFP.
Además del Clan del Golfo, aquí operan facciones de la guerrilla del Eln y de las disidencias de las Farc que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016.
El poder del Clan del Golfo
"La situación está bajo control", dice un soldado a punto de saltar de su jeep para unirse a la operación. Cuatro convoyes de este tipo pudieron circular el martes por la autopista, bajo la mirada en apariencia serena de los habitantes de los pocos pueblos aledaños.
La encargada de un modesto restaurante de carretera, fue testigo del atentado del domingo. Muestra un vídeo de los autobuses en llamas en su celular, pero se niega categóricamente a dar una entrevista. "
Hablar del Clan es como ponerse la soga al cuello", dice otro lugareño.
Pintadas burdamente en las fachadas de las casas, las
múltiples siglas AGC se alzan como advertencia.
Esta región del Bajo Cauca, que une los departamentos de Antioquia y Córdoba,
fue un bastión de los paramilitares en las décadas del 1990 y 2000. La milicia antiguerrilla depuso las armas en 2006, pero muchos de sus miembros se apartaron del proceso de paz y fundaron el clan.
El 31 de diciembre, el presidente Gustavo Petro, en el marco de su ambicioso plan de "paz total"
, anunció un alto el fuego bilateral con el Clan del Golfo y otros grupos armados. Pero el domingo ordenó reanudar las operaciones militares contra el cartel, alegando incumplimientos al pacto.
Según el Gobierno, la banda atiza solapadamente los actos de vandalismo de los mineros ilegales de oro, que
protestan en la región desde principios de marzo contra la campaña oficial para destruir sus dragas.
Aunque el movimiento parece estar en un punto muerto, uno de sus líderes en Tarazá, Gumercindo Castillo, asegura que
seguirán protestando y niega estar vinculado al Clan.
"
Le pedimos al Gobierno Nacional que nos deje de estigmatizar (...) nosotros no somos criminales", dice el hombre de 35 años a la AFP.
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Así opera el Clan del Golfo
La manifestación "
empezó contra el Gobierno, pero acabó tomando como rehén a la población", lamentó un periodista local.
"La gente no podía moverse, no podía salir a comprar comida.
Veinte días sin trabajo era como otra pandemia", dice Faber, un conductor local.
En la troncal de Occidente
el ministerio de Defensa desplegó 10.000 militares y policías que removieron los árboles talados por los manifestantes para cerrar el paso.
Pero "
la carretera sigue bajo control del Clan del Golfo", dice el periodista local.
Castigada por la violencia de más de medio siglo de conflicto interno, la región es conocida como el "Triángulo de las Bermudas" por las desapariciones y secuestros de personas que a veces aparecían muertas en el río cercano.
"Durante años,
los grupos armados han incendiado vehículos en la carretera para mostrar su presencia", declaró el periodista.
La actividad en las ciudades parece haberse normalizado, con tiendas abiertas al menos en la mañana, y algunos bares y discotecas que retumban a todo dar hasta que cae la tarde.
La actividad en los poblados parece haberse normalizado. "
Seguimos a paso lento (...) 'ellos' nos dejan abrir", admite un comerciante.
Muchas de las amenazas y órdenes de confinamiento son impartidas por el
Clan del Golfo a través de WhatsApp.
Tras el fin de la tregua con el Gobierno "la incertidumbre es total", declaró un hotelero también bajo reserva. El lunes, un soldado que estaba de permiso fue asesinado por hombres en moto, presuntamente miembros del clan, según las autoridades.
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AFP