Ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue solemnemente coronado este sábado junto a su esposa Camila en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hace 70 años. En la suntuosa Abadía de Westminster, en el centro de Londres, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, colocó sobre la cabeza del monarca, de 74 años, la corona de San Eduardo. No se había utilizado desde la coronación en 1953 de su madre, fallecida en septiembre. La multitud reunida en las calles de Londres, pese a la lluvia, estalló en gritos de júbilo. La reina Camila fue coronada inmediatamente después. Sentados en primera fila, los herederos de la corona, Guillermo y Catalina, de 40 y 41 años, siguieron la ceremonia religiosa, puntuada por cánticos corales, sermones y lecturas del evangelio, concebida según un fastuoso ritual prácticamente inmutable desde hace mil años.
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Estaban acompañados por unos 2.300 invitados, entre ellos figuras como la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica. El príncipe Enrique, hijo menor de Carlos III, que mantiene tensas relaciones con la familia real, se sentó discretamente junto a sus primos en la tercera fila, sin su esposa Meghan Markle, que se quedó en California con sus dos hijos. "¡Que Dios salve al rey Carlos!", gritaron los asistentes dando inicio a la ceremonia con este reconocimiento, acompañado de una fanfarria de trompetas, después de que Carlos III y Camila, de 75 años, entraran vestidos con capas ceremoniales tras una breve procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham. Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, oculto de la vista por una pantalla. Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitó entonces a todas las personas, desde donde estuviesen viendo o escuchando la coronación, a jurar lealtad al nuevo rey, Carlos III, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas de los antimonárquicos.Lee también: ¿Cómo se verá la base de la misión Artemis en la Luna?
Maniftestación contra la coronación de Carlos III
Miles de admiradores se agolparon a lo largo del recorrido de la carroza real, para saludar a los monarcas. "Estamos muy orgullosos de ser británicos", dijo a Phyllis Taylor, de 60 años, que viajó a Londres desde Escocia con su marido para "esta ocasión tan especial". En su camino sin embargo, la pareja real también pasó ante las pancartas amarillas del grupo antimonárquico Republic, en que se leía "No es mi rey". Un grupo de estos activistas fue detenido cuando se preparaba para protestar. "Detuvieron a seis de nuestros organizadores y confiscaron cientos de pancartas, no nos dicen por qué los arrestaron ni dónde los tienen", dijo uno de los manifestantes. Una veintena de miembros del grupo ecologista "Just Stop Oil", que en pasadas protestas han bloqueado carreteras pegándose al asfalto, fueron asimismo detenidos. La policía, que desplegó a 11.500 agentes para la ocasión, anunció que no toleraría ningún disturbio. "Ningún activista de Just Stop Oil detenido entre la multitud tenía pegamento, pintura o algún plan para perturbar la coronación", afirmó el grupo en Twitter. "Las nuevas leyes policiales significan que ahora vivimos en una pesadilla distópica: esta vergonzosa extralimitación es lo que cabría esperar en Pyongyang, Corea del Norte, no en Westminster", agregó en referencia a una nueva ley aprobada urgentemente que da mayores poderes para frenar las manifestaciones. Oenegés como Human Rights Watch también condenaron el bloqueo de "protestas pacíficas".View this post on Instagram