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¿Cómo cambió la vida de las mujeres afganas con el regreso al poder de los talibanes?

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Empleo, educación, deportes y libertades individuales son algunos de los aspectos que tuvieron modificaciones.

Tras recuperar el poder en Afganistán, en agosto pasado, los talibanes prometieron alguna flexibilidad con respecto a las mujeres, que durante su primer régimen (1996-2001) estuvieron privadas de casi todos sus derechos. Para obtener la aprobación de la comunidad internacional, el nuevo gobierno ha evitado promulgar reglas demasiado estrictas en este sentido a escala nacional. Pero han sido las autoridades provinciales las que definieron qué obligaciones deben respetar las mujeres. Estos son algunos ejemplos de cómo ellas han visto sus vidas trastornadas:

Empleo

Aunque los talibanes afirman que permiten trabajar a las mujeres, respetando la segregación entre géneros, en la práctica ya no pueden acceder a empleos públicos, salvo en sectores concretos como el sanitario y el educativo. A nivel privado, ellas se quejan del acoso sufrido camino al trabajo. Empresas y comercios se encuentran bajo estrecha vigilancia, y los talibanes se presentan para confirmar el respeto a las reglas sexistas.

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Sin embargo, en algunas partes, han permitido a pequeñas cooperativas estrictamente femeninas continuar su actividad, como es el caso de una fábrica de procesamiento de flores de jazmín, en Herat (oeste), ciudad considerada como una de las más liberales del país. Pero decenas de miles de mujeres perdieron sus empleos tras el retorno de los talibanes al poder, poniendo fin a dos décadas en que pudieron acceder a nuevos trabajos, como en la policía o la justicia.

Educación

Los talibanes dicen reivindicar el derecho a la educación para las niñas; no obstante, la gran mayoría de institutos de secundaria les han cerrado sus puertas desde agosto. Actualmente, aseguran que las escuelas reabrirán a fines de marzo para todos, pero la escasez de maestras y la prohibición a los hombres de enseñar a niñas auguran nuevas dificultades.

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Casi todas las universidades privadas reabrieron, incluso en septiembre, pero también faltan docentes, pues al imponerse la separación en clases masculinas y femeninas no dan abasto. Las universidades públicas reanudaron sus cursos la semana pasada en ocho provincias, y el resto lo hará desde el 26 de febrero. Pero, en éstas, más de lo mismo.

Libertades individuales

En su etapa anterior, los talibanes impusieron el uso en público del burka, un velo entero con una especie de rejilla a la altura de los ojos. Funcionarios del Ministerio para la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio azotaban a aquellas sorprendidas sin llevarlo puesto. Ahora, el ministerio publicó carteles en todos los comercios de Kabul que indican que las mujeres "deben" al menos vestir un hiyab, manto que cubre la cabeza pero deja el rostro descubierto. Sin embargo, están ilustrados con fotos de burka, lo que sugiere que éste es más recomendable.

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Por decreto, las mujeres deben estar acompañadas por un familiar cercano masculino en viajes largos entre ciudades. Y a los taxistas se les ordenó no recoger a mujeres con la cabeza descubierta. Salones de belleza y tiendas de moda eran muy populares antes del retorno del régimen talibán. Pero desde entonces casi han desaparecido. Se retiraron las cabezas de maniquíes en las tiendas en Herat, así como las vallas publicitarias con rostros humanos, puesto que no respetan la rigurosa interpretación de la ley islámica (sharia).

Deportes y cultura

Las cadenas de televisión ya no pueden emitir series con actrices. Y las periodistas deben usar el hiyab ante cámaras. Un alto funcionario talibán aseveró que "no es necesario" que las mujeres practiquen deportes. Pero los islamistas han evitado formalizar esto, dado que los fondos provenientes de las federaciones que controlan el deporte mundial, incluidos el cricket y el fútbol, se congelarían si las mujeres no pueden practicarlos. Al igual que los hombres, la gran mayoría de las principales cantantes, músicas, artistas o fotógrafas afganas abandonaron el país en las semanas siguientes al retorno de los talibanes a Kabul. Aquellas que no lograron hacerlo a tiempo, se esconden o intentan pasar lo más desapercibidas posible. AFP