Nacido tras el triunfo de la revolución, este hombre de 60 años encarna la nueva generación en el poder cubano.
Nacido después del triunfo de la revolución en 1959, Miguel Díaz-Canel, presidente y ahora primer secretario del Partido Comunista, encarna la nueva generación en el poder en Cuba, más conectada, pero no necesariamente más flexible.
Cuando llegó a la presidencia en 2018, se había escrito mucho sobre sus traslados en bicicleta mientras trabajaba en provincia, sus pantalones vaqueros, su pasión por los Beatles, el uso de tabletas digitales... ciertamente mostraba un estilo más moderno que el de los hermanos Castro.
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Así terminó el verde olivo de sus ilustres predecesores: por primera vez en décadas, Cuba era presidida por un civil.
Pero "no es un advenedizo ni un intruso", advirtió Raúl Castro, su predecesor, y quien anunció su salida el pasado viernes.
Porque este hombre de 60 años, encanecido rápidamente en el cargo, voz ronca y sin gran talento en la oratoria, ha pasado toda su carrera en el Partido Comunista, siguiendo escrupulosamente cada uno de los escalones para alcanzar el cargo supremo.
El gran público conoce poco de su ascenso. De joven integró una misión internacionalista a Nicaragua con otros miembros de la juventud comunista, fue jefe del partido en dos provincias, ministro de Educación Superior, vicepresidente en 2013 antes de ser designado presidente por los diputados, elegidos de igual manera por el partido único.
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Ahora también se convierte en el primer secretario del partido, con la pesada tarea de afirmar su propia legitimidad mientras Cuba enfrenta su peor crisis económica en casi 30 años, bajo el impacto de la pandemia y de las sanciones de Estados Unidos.
Mano de hierro
Ingeniero electrónico de formación, Díaz-Canel es también el primer civil en dirigir el partido y su única experiencia militar fueron tres años de servicio en una unidad de misiles antiaéreos.
"Hablamos muchas veces", recuerda Harold Cárdenas, analista político y director del medio digital La Joven Cuba. Cuando su revista fue amenazada con el cierre en 2013, "fue a vernos allí, se sacó una foto con nosotros, nos apoyó públicamente".
En esa ocasión, "conocimos de primera mano al Díaz-Canel conciliador, que entiende la tecnología".
Pero el tono cambió desde su ascenso al poder: a finales de diciembre calificó en Twitter a los medios independientes cubanos de "mercenarios y mentirosos".
"Es difícil (ver) el Díaz-Canel conciliador cuando tiene a Trump cuatro años haciendo la política más agresiva que ha habido con Cuba posiblemente en 60 años", concede Cárdenas.
De manera general "el cambio generacional no es promesa de nada" sobre una apertura política, pues "la vía mas rápida en Cuba para apuntarse méritos políticos dentro de la estructura política del país, es mostrar mano dura", opina.
El presidente ha basado su estilo de gobernar en un principio: la presencia constante en el terreno, ya sea física, con numerosos viajes a las provincias, o virtual, mediante la apertura de su cuenta de Twitter, que usa para comunicarse varias veces al día.
Imagen ordenada
También cuida su imagen. Solo ha concedido una entrevista a un medio extranjero, el canal venezolano Telesur, o mostrando un rostro más humano junto a su esposa, Lis Cuesta, quien ocupa de hecho el cargo de Primera Dama, una posición sin precedentes desde la revolución.
Padre de dos hijos de un primer matrimonio, es descrito como sencillo y asequible por sus seguidores, quienes dicen que "sabe escuchar".
Básicamente, "es un hombre radical", apunta el profesor y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray: "Su principal trayectoria ha sido dentro del partido, no dentro del gobierno. Él está en el plano de la lucha política, de la lucha ideológica".
Y eso se traslada a su forma de utilizar internet, cuyo uso se ha disparado en Cuba desde la llegada de la 3G a finales de 2018: lo ve como "un instrumento de hacer propaganda, y yo creo que es más un instrumento de comunicación", opina Alzugaray.
Hace apenas unas semanas, el mandatario defendió su tesis doctoral sobre el tema "Gestión de gobierno basada en la ciencia y la innovación", despertando la incredulidad de algunos internautas ante tal proeza.
Pero en el reverso de la moneda, internet sirve como caja de resonancia de las demandas ciudadanas: protegidos por el anonimato de las redes sociales, los cubanos han comenzado a llamar, incluso a insultar al presidente y a sus ministros.
Los colectivos de artistas o defensores de los animales se consolidaron de esa manera, con el fin de defender mejor sus reivindicaciones ... que luego expresaron al manifestarse frente a los ministerios, algo inaudito en Cuba.
"Nuestros ministerios no son tarimas mediáticas", replicó tajantemente Díaz-Canel vía Twitter, un mensaje acompañado del lema "Viva la revolución".