El cierre del establecimiento, inaugurado en 1967, es un paso simbólico en el ambicioso plan de Reino Unido de descarbonizar completamente su electricidad de aquí a 2030 y luego alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
Los británicos se convierten así en el primer país del G7 en dar este paso. Italia piensa hacerlo en 2025, Francia en 2027, Canadá en 2030 y Alemania en 2038, mientras que Japón y Estados Unidos no tienen una fecha precisa.
El cierre de esta planta "marca el fin de una era", pero también abre "una nueva" que favorecerá la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector energético, señaló en un comunicado el gobierno británico, que lanzó recientemente un plan sobre energías renovables.
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La central, situada en Ratcliffe-on-Soar, entre Derby y Nottingham, deberá ser completamente desmantelada "antes de finales de la década", afirmó la energética alemana Uniper, su propietaria, antes de la creación de un "centro de energía y tecnología libre de carbono" en el lugar.
Aunque el carbón contribuyó significativamente al crecimiento económico del Reino Unido desde el siglo XIX hasta la década de 1990, esta energía extremadamente contaminante todavía generaba el 70% de su electricidad en los años 80, antes de una caída espectacular al 38% en 2013, al 5% en 2018 y al 1% el año pasado.
Para dejar esa dependencia, los británicos se fueron inclinando por el gas natural, una energía fósil presentada como menos contaminante y que se utilizó en 2023 para producir un tercio de la electricidad en Reino Unido.
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El carbón quedará en los libros de Historia del Reino Unido
"El lugar (del carbón) está ahora en los libros de historia", afirma Tony Bosworth, de la oenegé 'Friends of the Earth' (Amigos de la Tierra).
"La prioridad ahora es alejarse del gas desarrollando el enorme potencial de energía renovable del Reino Unido lo más rápido posible", añade.
"Reino Unido ha dado un ejemplo que el resto del mundo debe seguir", indica Doug Parr, de Greenpeace UK.
En el marco de su plan de energías verdes, Londres pretende, en particular, crear una empresa pública, Great British Energy, con sede en Aberdeen, al este de Escocia, para invertir en turbinas eólicas flotantes, energía mareomotriz o nuclear.
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En la misma línea, el gobierno británico nacionalizó recientemente por 630 millones de libras (842 millones de dólares) el operador de la red eléctrica británica ESO, encargado de regular el equilibrio entre la oferta y la demanda de electricidad, con el fin de conectar de manera más efectiva "nuevos proyectos de producción sostenible".
Las ocho chimeneas grises de la central eléctrica de Ratcliffe-on-Soar, que emplea a 350 personas y es capaz de abastecer de electricidad a dos millones de hogares, recibió a principios de julio un último envío de 1.650 toneladas de carbón, suficiente para suministrar energía a 500.000 hogares durante ocho horas.
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En colaboración con AFP.