Muebles abandonados, escombros, desechos orgánicos y peligrosos que no son recolectados durante semanas, generan focos de contaminación, plagas y riesgo para niños y niñas. / AFP.

Basuras en Bogotá: ¿una crisis estructural del modelo privatizado?

Foto: Muebles abandonados, escombros, desechos orgánicos y peligrosos que no son recolectados durante semanas, generan focos de contaminación, plagas y riesgo para niños y niñas. / AFP.
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El presidente Petro denunció que el manejo de las basuras en Bogotá enfrenta una grave crisis a causa de la privatización en el modelo de recolección.

La reciente denuncia de ciudadanos en la localidad de Bosa, visibilizada por City TV, ha vuelto a poner sobre la mesa uno de los problemas más persistentes de Bogotá: la acumulación de basuras en zonas residenciales y escolares. Muebles abandonados, escombros, desechos orgánicos y peligrosos que no son recolectados durante semanas, generan focos de contaminación, plagas y riesgo para niños y niñas que carecen de espacios seguros para el juego y la recreación.

Ante esta situación, el presidente Gustavo Petro reaccionó con firmeza, señalando que la crisis no se limita a un problema de cultura ciudadana o de lluvias intensas: “Las inundaciones por lluvias en Bogotá no solo tienen que ver con haber construido sobre humedales, también, porque sirve el modelo de aseo privatizado”, afirmó. Y agregó: “Tener un operador público y fortalecer el reciclaje es el camino. Lo demostramos a pesar del saboteo”.

La postura del mandatario remite a su periodo como alcalde de Bogotá (2012-2015), cuando impulsó una transformación del esquema de aseo urbano. Frente al monopolio de las empresas privadas, Petro propuso un modelo mixto con fuerte presencia estatal a través de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) y la empresa pública Aguas de Bogotá, en busca de dignificar el trabajo de recicladores y reducir la dependencia del modelo de recolección tradicional.

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Bogotá, en deuda con un manejo sostenible de las basuras

Durante la gestión del Presidente Petro como alcalde, Bogotá fue pionera en incluir a los recicladores de oficio en el sistema de aseo, reconociéndolos como prestadores del servicio y remunerándolos por tonelada reciclada. Además, se promovió una separación en la fuente más rigurosa y se fortaleció la infraestructura pública para el manejo de residuos sólidos.

Sin embargo, el modelo enfrentó una dura oposición por parte de los sectores que defendían la continuidad del esquema privatizado, con intentos de bloqueo desde entes de control y presiones judiciales. Hoy, ante nuevos focos de crisis, la reflexión del presidente invita a revisar las causas estructurales y no solo los síntomas.

El debate no es nuevo, pero sí urgente: ¿Cómo controlar el exceso de residuos y garantizar que no terminen en canales de agua y humedales? ¿Cómo avanzar hacia un modelo más sostenible, justo e inclusivo? La experiencia de Bogotá demuestra que el camino público no solo es posible, sino necesario.