La reciente muerte de Julián David Cantillo Pineda, estudiante de la Universidad del Atlántico, quien se suicidó al lanzarse desde uno de los edificios de la institución, ha llevado a la ciudadanía a manifestar su preocupación por la frecuencia de estos trágicos eventos.
Las cifras respaldan esta inquietud. Según la Defensoría del Pueblo, entre 2019 y 2023 se reportaron 51.373 intentos de suicidio entre menores de 5 a 17 años, con un alarmante pico del 59% en 2020 entre niños y adolescentes varones. Para 2024, centrados específicamente en las universidades, se han registrado más de 25 suicidios, lo que ha impulsado la implementación de líneas de atención psicológica y la capacitación en la detección temprana de problemas emocionales en las universidades.
Instituciones como la Universidad del Atlántico, la Universidad Pedagógica y la Universidad Nacional han reportado múltiples casos de suicidio o ideación suicida. En la Universidad Nacional, por ejemplo, se han registrado 32 casos de ideación suicida en lo que va del año.
La Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR) ha advertido sobre el aumento del maltrato en instituciones educativas y asistenciales, que está deteriorando la salud mental de los residentes.
La Fundación Médicos Amigos también ha denunciado prácticas de acoso y ambientes laborales hostiles en las residencias médicas, señalando que la alta carga laboral y la rígida jerarquía contribuyen a un ambiente propicio para la depresión.
Ante este panorama, las autoridades han respondido con urgencia. Se han reforzado campañas de sensibilización y mejorado las políticas de bienestar estudiantil. Programas específicos han sido creados para garantizar un apoyo continuo a aquellos que enfrentan cuadros de depresión severa, promoviendo entornos educativos más inclusivos y protectores.
La Universidad del Atlántico, por ejemplo, ha implementado espacios de reflexión y atención psicológica especializada las 24 horas del día.
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Este escenario subraya la necesidad urgente de intervenir y crear lugares seguros que garanticen el bienestar integral de los estudiantes en Colombia. Esta crisis actual podría exigir acciones concretas para evitar que estas tragedias se sigan repitiendo.