La reciente modificación aprobada por la Alcaldía de Carlos Fernando Galán, que reduce el área total de las Viviendas de Interés Social (VIS) a 36 m², ha generado controversia en Bogotá. La medida, que ajusta la normativa vigente, implica que el área habitable de estas viviendas se reducirá a aproximadamente 30 m², afectando a miles de familias de bajos recursos que acceden a este tipo de soluciones habitacionales.
El pasado 25 de septiembre, la Secretaría de Hábitat del Distrito expidió una resolución que modificó el programa de subsidios de vivienda "Reactiva tu compra, reactiva tu hogar". En esta nueva regulación, el área de construcción de las viviendas VIP y VIS pasó a ser de 36 m², una disminución respecto al estándar anterior que establecía que ese mismo metraje debía corresponder al área habitable. Este ajuste ha sido fuertemente criticado por algunos sectores del Concejo de Bogotá, quienes consideran que se está comprometiendo la calidad de vida de las familias más vulnerables.
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Un espacio cada vez más reducido
Heidy Sánchez, concejala del Pacto Histórico, fue una de las voces más críticas frente a esta decisión, señalando que la modificación degrada la calidad de la vivienda a la que acceden las personas de menores ingresos. "Con esta nueva norma, las viviendas son prácticamente 'apartaestudios' en los que difícilmente puede vivir una familia de tres o más integrantes", afirmó Sánchez. La concejala argumenta que el cambio responde más a intereses de las constructoras que al bienestar de quienes necesitan una vivienda digna.
El debate sobre el tamaño de las VIS no es nuevo en la ciudad. Durante la administración de Claudia López, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) ya había establecido un mínimo de 36 m² como área habitable para este tipo de viviendas, con el objetivo de garantizar que contaran con espacios adecuados para el desarrollo de la vida familiar. Sin embargo, la nueva normativa parece dar un paso atrás, reduciendo los espacios y generando preocupación por la dignidad de las condiciones habitacionales.
Secretario, le recomiendo que revise bien la resolución. Para dar más oportunidad a las constructoras en función de que puedan consolidar su venta de viviendas indignas que no deberían ser VIS por su tamaño inhumano, no es criterio el 90% de avance de obra de los proyectos, sino… https://t.co/jdBbxbvSYP
— Heidy Sánchez Barreto 💛💚 (@heidy_up) October 15, 2024
Impacto en la vida cotidiana de las familias
El impacto de esta medida va más allá de las cifras. Felipe Jiménez Ángel, exsecretario distrital de Planeación, enfatizó que la reducción del área habitable envía un mensaje al mercado inmobiliario: se pueden seguir construyendo viviendas cada vez más pequeñas sin que ello implique consecuencias para las constructoras. Según Jiménez, la medida afecta directamente a las familias de bajos ingresos, que verán cómo su derecho a un hogar digno se compromete en favor de los intereses económicos de otros actores.
A pesar de las críticas, la administración distrital ha defendido la medida argumentando que busca flexibilizar las condiciones de acceso al subsidio, con el fin de que más familias puedan beneficiarse del programa. La Secretaría de Hábitat señaló que la resolución se tomó después de realizar diálogos con la ciudadanía y constructoras, y busca incrementar la cantidad de beneficiarios del programa de subsidios.
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Gentrificación y segregación
Uno de los mayores problemas que ha generado la modificación en el tamaño de las viviendas VIS es el aumento de la segregación socioespacial en Bogotá. Con el alza en el precio del metro cuadrado en las zonas centrales de la ciudad, muchas familias de bajos ingresos se ven obligadas a trasladarse a las periferias, lejos de los centros urbanos donde se concentran los servicios y oportunidades laborales.
El valor del metro cuadrado en Bogotá aumentó en un 7,7 % en estratos altos y un 3,8 % en estratos medios durante 2023. Esta tendencia ha hecho que sea prácticamente imposible que una familia de bajos ingresos acceda a una VIS en zonas como Chapinero, Usaquén o Teusaquillo, donde los precios superan los límites establecidos por la ley para este tipo de viviendas.
La reducción del tamaño de las Viviendas de Interés Social en Bogotá plantea una serie de interrogantes sobre el futuro de la política habitacional en la ciudad. Mientras las autoridades distritales defienden la medida como una forma de ampliar el acceso a la vivienda, las voces críticas insisten en que se está sacrificando la calidad y dignidad de los hogares para las familias más vulnerables. El debate sigue abierto y, por ahora, la modificación parece consolidar una tendencia hacia la precarización de la vivienda en Bogotá, mientras las necesidades de las familias más pobres siguen sin ser plenamente atendidas.
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