Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en el año 2023 se registraron 11.135 casos de violencia sexual, de los cuales 9.705 fueron contra niñas y 1.425 contra niños. Asimismo, Medicina Legal reveló que “cerca de 11.441 niñas y niños fueron víctimas de violencia infantil en 2023”. Ellos necesitan protección, educación y seguridad alimentaria Otra de las violencias contra la niñez que han ido en aumento en los últimos años es el reclutamiento, uso y utilización de las niñas, niños y adolescentes por los grupos armados, en parte, debido a la reconfiguración del conflicto armado en el país, donde se han fortalecimiento unos actores armados y han surgido otros. Todos estos acontecimientos repercuten en la salud mental de niñas, niños y adolescentes. Medicina Legal reportó que en el primer semestre del 2023 se suicidaron 160 adolescentes y 12 niñas y niños entre los 6 y 11 años.
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En educación, el incremento de la deserción escolar ha sido significativo, incluso mayor que en el año 2020 cuando la pandemia obligó a repensar los medios para educar: “El Ministerio de Educación reportó que entre noviembre de 2022 y mayo de 2023 un total de 473.786 niños y jóvenes han desertado de las instituciones educativas; mientras que en los años 2021 y 2022 el promedio fue de 330.000” (Radio Nacional de Colombia, 2023). La educación también se ha visto gravemente afectada por las dinámicas del conflicto armado interno, de acuerdo con el Consejo Noruego para Refugiados (2023) donde menciona que “entre los enfrentamientos armados que afectaron a las escuelas, el 88% fue provocado por combates armados entre grupos armados no estatales alrededor de las escuelas”. Bajo este contexto de vulnerabilidad, las crisis de seguridad alimentaria dramatiza el acceso a derechos de las niñas, niños y adolescentes. En Colombia, el 30% de la población está en inseguridad alimentaria, es decir, 15.5 millones de personas no logran acceder a una alimentación adecuada, sumado a las dificultades para cubrir sus necesidades básicas según la evaluación de seguridad alimentaria realizada por el Programa Mundial de Alimentos del 2023. Este indicador tiene una connotación aún más negativa en niñas y niños menores de 5 años (36,5%), hogares liderados por mujeres (30,9%), jefaturas reconocidas como indígenas (46,3%), migrantes internacionales venezolanos (44,7%) y hogares considerados pobres (43,3%). Esta situación es cada vez más preocupante en cada una de las regiones de Colombia, donde las familias más vulnerables no logran adquirir los suficientes micronutrientes, lo cual afecta considerablemente el desarrollo y bienestar de la niñez y la adolescencia. Pero tampoco tienen buena educación. La niñez migrante es también una prioridad y un sector que requiere protección, atención y oportunidades de desarrollo. Según el GIFFM, Colombia se sigue posicionándose como el primer país en recibir migrantes venezolanos, con un total de 2’875.743, un número donde se incluyen padres o cuidadores y niñas y niños. Los acontecimientos que han sucedido en el Tapón del Darién merecen una atención especial, pues las denuncias de diversos crímenes como violencia sexual, tráfico de personas, robos, desapariciones sigue estando presentes y los registros de tránsito de migrantes por el Darién es cada vez más alarmante: según la Defensoría del Pueblo, 113.180, niñas, niños y adolescentes cruzaron este tramo durante el 2023.