En una intervención desde la Colonia Penal de Oriente, en Acacías, Meta, el presidente Gustavo Petro reveló que este centro penitenciario —concebido originalmente como una colonia agrícola— ha perdido el 98% de sus tierras desde su fundación hace 90 años. Según dijo, de las 300 mil hectáreas con las que contaba en sus orígenes, solo quedan alrededor de 4 mil. El jefe de Estado calificó esta situación como un posible caso de despojo y anunció acciones para investigar y recuperar parte de esos terrenos.
“Esta cárcel tenía 300 mil hectáreas […] cuando se fundó el centro. Hoy quedan 4 mil. ¿Quién se quedó con lo demás? ¿Acaso alguna vez vendieron la tierra? ¿O se la robaron, como le pasó al Hospital San Juan de Dios? Esos que se robaron la tierra no pasaron por la cárcel”, denunció el mandatario durante su recorrido por las instalaciones penitenciarias.
Ante esta situación, el presidente Petro instruyó al director de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), Felipe Harman, para que inicie una investigación sobre la propiedad original de la Colonia Penal de Acacías. El objetivo, explicó, es determinar cuáles de esos predios pueden ser recuperados por el Estado o adquiridos nuevamente, en especial si se trata de tierras públicas que fueron apropiadas indebidamente.
El mandatario fue enfático en que la intención no es desplazar a pequeños propietarios, campesinos o familias vulnerables que hoy habitan parte de esos predios, pero sí llamó la atención sobre posibles ocupaciones irregulares por parte de particulares con poder económico. “Quizás haya también gente que no sea pobre y que simplemente se apropió de un bien público y que se lo quitó a la gente que iba a ser recluida para que no pudiera sembrar”, dijo.

Además, planteó que, con estas tierras, la Colonia Penal podría transformarse en una gran reserva agrícola, administrada por reclusos de origen campesino que hoy se encuentran privados de la libertad por delitos asociados al conflicto o al cultivo de hoja de coca. “Ojalá todo campesino que capturaran porque ha sembrado hoja de coca y pasara por aquí, si es que no podemos liberarlo, pudiera sembrar. Que su famosa condena se convirtiera en algo que él ya sabe hacer bien: sembrar la tierra y producir alimentos”, propuso.
Actualmente, apenas 160 hectáreas de las 4 mil disponibles están siendo utilizadas para la producción de alimentos dentro de la Colonia. El mandatario expresó que la recuperación de las tierras perdidas sería “un acto de justicia” no solo para los actuales internos, sino también para las generaciones futuras que transiten por este tipo de reclusión.
Propuesta de transformación rural y ferroviaria para la Altillanura
Durante su visita a la región, el presidente también planteó una visión de desarrollo más amplia para la Altillanura colombiana. Explicó que, a diferencia del Caribe o el Magdalena Medio —donde deben centrarse los esfuerzos de la reforma agraria—, en la Altillanura el Estado debe invertir en infraestructura logística para potenciar su capacidad agrícola y exportadora.
En ese sentido, propuso la construcción de un corredor férreo que conecte los centros de producción con los mercados internacionales a través del río Meta y el Orinoco. “¿Cuántas hectáreas de alimentos podríamos producir en todas estas tierras si los pudiéramos exportar? Si hubiese un ferrocarril hasta Puerto Gaitán y de allí por el río Meta hasta el Orinoco, y del Orinoco hasta el mar…”, reflexionó.
El mandatario subrayó que esta propuesta forma parte de una visión integral para transformar la economía rural, reducir el encarcelamiento de pequeños cultivadores de coca y avanzar hacia una política de reconciliación social que permita a los reclusos reinsertarse a la vida civil desde el trabajo con la tierra.
“El sueño de nuestros abuelos era que una persona recluida pudiera redimir su espíritu y reconciliarse con la vida a través del trabajo agrícola. Abrir el surco, producir alimentos bajo el sol. Hoy, con justicia, podemos empezar a hacerlo realidad”, concluyó el Presidente.